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China. Qin Gang

Gabriel Fernandez *

Publicado: jueves, 09 marzo 2023

Mientras el eficaz Wang Yi, ex ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular China y actual Director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores del Partido Comunista analiza el presente con los vínculos más cercanos, el nuevo titular de la Cancillería, Qin Gang, informó al mundo sobre el preocupado diagnóstico de la potencia sobre el decurso de los acontecimientos, tomando como epicentro la situación ucraniana. Todo esto, en el marco de la Asamblea Popular Nacional (APN), órgano esencial para la disposición de cargos pero sobre todo para la definición de políticas.

UN TONO MÁS ALTO. ¿Qué sucede? ¿Hay un giro belicista en los planteos chinos? Básicamente, no. Al absorber la provocación sobre Taiwán evidenció continuidad en su filosofía. Pero es posible observar la creciente de un decibel en las réplicas, luego del desdén que los Estados Unidos y sus aliados mostraron al conocer la propuesta de paz más reciente. Fueron tres pasos, en verdad, a los cuales el Dragón brindó especial relevancia. Por un lado, la Iniciativa de Seguridad Global propuesta el año pasado, luego del re impulso a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Por otro, dos semanas atrás, una síntesis actualizada en modo documento, y más recientemente, una sugerencia para desactivar el litigio euroasiático.

Sin demasiada argumentación, el presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, dijo que el plan de paz propuesto por China para Ucrania solo beneficiaría a Rusia. En una entrevista emitida por la cadena de televisión ABC, se conoció este diálogo: «¿Qué opina sobre este plan de paz chino que Putin ha elogiado hoy?», preguntó el periodista. «Creo que has respondido a la pregunta, Putin lo ha aplaudido, así que ¿cómo podría ser bueno?», contestó el mascarón de proa. «No he visto nada en el plan que pudiera indicar que hay algo que beneficie a cualquiera que no sea Rusia», refrendó, para luego añadir que la idea de que China vaya a negociar el resultado de la crisis ucraniana «no es racional».

El mensaje de las corporaciones financieras que gobiernan el bloque anglosajón es claro. Habrá guerra mientras la necesitemos. Todo lo demás es un conglomerado de tácticas que benefician a los enemigos sistémicos. Rápidamente, Qin Gang, culpó a los Estados Unidos de aumentar la tensión entre Washington y Pekín y afirmó que si la Casa Blanca no cambia de rumbo habrá «conflicto y confrontación». Fundamentó la postura: «La percepción y las opiniones de EE.UU. sobre China están gravemente distorsionadas. Considera a China como su principal rival y el desafío geopolítico más importante. El resultado es que la política de EE.UU. sobre China se ha desviado por completo de la vía racional y sensata”.

Estas precisiones fueron brindadas durante la primera sesión de la XIV Asamblea Popular Nacional en Pekín. Allí volvió a surgir la distancia entre los conceptos de competencia que difunde históricamente Occidente y el de cooperación con el cual contrasta Oriente. Según Qin, la potencia del Norte afirma que busca superar a China compitiendo, aunque en realidad su llamada «competencia» significa «contener y suprimir a China en todos los aspectos» y encerrar a los dos países en un juego que no genera beneficios a ninguno. «EE.UU. habla mucho de seguir las reglas, pero imaginemos a dos atletas compitiendo en una carrera olímpica», comentó. «Si uno de ellos, en lugar de centrarse en dar lo mejor de sí mismo, intenta siempre poner la zancadilla o incluso chocar con el otro, no es una competición justa sino un enfrentamiento malintencionado y una falta».

LA MANO INVISIBLE. Por eso, puso de relieve, «Si EE.UU. no pisa el freno y sigue acelerando por el camino equivocado, no habrá barrera que pueda evitar el descarrilamiento, y seguramente habrá conflicto y confrontación».

Luego, el canciller del coloso deslizó que el conflicto en Ucrania parece estar siendo impulsado por «una mano invisible» que quiere que se prolongue y agrave aún más, utilizándolo para «servir a ciertas agendas geopolíticas«. El lector de estos textos sabe que lo hemos explicado al comparar los modos de acumulación de unos y otros. Si por un lado es preciso comprender que quienes orientan a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) priorizan la renta por sobre la producción de bienes de producción y consumo, por otro cabe comprender que desataron esa pesadilla improductiva sobre sus propios territorios, tal como lo hacían años antes en los llamados países periféricos.

«La crisis ucraniana ha llegado a un punto crítico. O cesa el fuego, se restablece la paz tomando el camino correcto hacia un acuerdo político, o se echa aceite al fuego, la crisis se recrudece y la situación se descontrola. Lo que se necesita ahora es calma, sensatez y diálogo», indicó el diplomático.

Como la opción violenta satisface a ese núcleo financiero de gran poder de fuego y propaganda, sus referencias insisten en el sendero. Por un lado, están buscando insertar a Corea del Sur y a Japón en la elaboración de una OTAN para el Pacífico y por otro pretenden la vivificación recargada del ISIS (o DAESH, como lo llaman despectivamente los pueblos árabes) con el objetivo de tener argumentos para intervenir en la zona y golpear, en principio, al gobierno constitucional sirio de Bashar al-Asad, y luego a la República Islámica de Irán, cuya dimensión económica se acrecentó por el empleo racional del gas y el petróleo, por la acentuación de la investigación científico técnica, por el estrecho vínculo con China y la Federación de Rusia, y por el reciente hallazgo de un gigantesco yacimiento de litio.

SUTILEZAS Y DESMENTIDAS. Sigamos el sentido profundo y volvamos a Qin: «La estrategia indopacífica de EE.UU., aunque alardea de libertad y apertura, en realidad está astillando grupos cerrados, círculos exclusivos, con el pretexto de proteger la seguridad regional, y está provocando la confrontación, planeando organizar una versión Asia-Pacífico de la OTAN». Y anticipó, insertando en el interlineado la concepción que guía la política exterior de su país, que el propósito de esa estrategia es contener a China, lo que está «condenado al fracaso». La región Asia-Pacífico debe ser un escenario para la cooperación en la que todos salgan ganando, no un tablero de ajedrez para la confrontación geopolítica, aseguró.

Desdobladas en dos tramos temporales, las interesantísimas consideraciones del titular de la Cancillería se orientaron a desmentir el sueño más preciado de Occidente: la fractura del bloque euroasiático. En ese perfil, aseveró que la cooperación entre Pekín y Moscú ayudará a promover la multipolaridad, la democracia y el equilibrio estratégico en el escenario mundial. «Con China y Rusia trabajando juntos, el mundo tendrá la fuerza motriz para la multipolaridad y la democracia en las relaciones internacionales y el equilibrio estratégico global estará mejor garantizado», declaró. Estimó en consecuencia que las relaciones bilaterales entre ambos son la clave para el equilibrio y la estabilidad estratégica mundial. Asimismo, aseguró que los vínculos entre China y Rusia se irán fortaleciendo gracias al liderazgo del presidente de su país, Xi Jinping, y el mandatario ruso, Vladímir Putin.

«Los líderes de nuestros países mantienen estrechos contactos», explicó el ministro, al señalar que la buena comunicación entre los presidentes de los dos Estados es la base fundamental de las relaciones ruso-chinas. Qin sostuvo que Xi y Putin harán que la cooperación entre sus países ingrese a una nueva etapa y alcance «nuevas alturas». Pero ¿en qué consiste esa armonía? Subrayó que la relación entre Pekín y Moscú se basa en los principios de no alianza contra otros países, ni confrontación ni ataque contra ellos. Qin reiteró que los lazos entre ambas naciones no están sujetos a ninguna interferencia o discordia «sembrada por un tercero». La consideración contiene, en su interior, una imputación.

«Cuanto más inestable se vuelve el mundo, más imperativo es que China y Rusia avancen constantemente en sus relaciones«, destacó, para luego brindar volumen al aserto indicando que esos vínculos no representan una amenaza para ningún país. «Algunos países que se inclinan a ver las relaciones entre China y Rusia a través de la lente de las alianzas de la Guerra Fría no ven nada más que su propia imagen», señaló con elegancia. Pero faltaba algo y lo puso sobre la mesa.

En cuanto a la posibilidad de que ambos países prefieran no recurrir al dólar estadounidense o el euro a la hora de realizar los pagos en su comercio bilateral, Qin indicó que «se debe usar cualquier moneda que sea eficiente, segura y creíble». Es que «las monedas no deben ser cartas de triunfo para las sanciones unilaterales, y mucho menos un disfraz para la intimidación o la coerción», concluyó.

XI, WANG, QI. CONFUCIO Y MAO. ¿Quién es Qi Gang? En su atractiva trayectoria se destaca el abordaje de las relaciones con el centro occidental. Experto en temas europeos, fue embajador chino en Londres y Washington, nada menos. Su viceministro, Xie Feng, está en sintonía: designado en 2021, es un estudioso de la relación con los Estados Unidos. Aunque allí está el eje para esta etapa de la Cancillería, cabe brindar realce a un vínculo en ascenso. Las primeras gestiones de Qi se orientaron a dinamizar el creciente entramado de su país en Africa. Si se observa con detenimiento su accionar y se lo combina con el de su antecesor Wang Yi, puede entenderse la división de tareas acordada.

Para entender el fondo del planteo es pertinente evaluar la historia china, donde el confucianismo y el maoísmo configuran bases sólidas y a la vez persistentes en los tiempos que corren, y los rasgos de las acciones económicas diseñadas en el tramo más reciente. Como conclusión, se percibe que un emprendimiento como el de la Franja y la Ruta solo es aplicable en una situación de relativo equilibrio global asentado en la paz. Sobre todo en Asia, empezando por la zona central. El recorrido elaborado exige que rutas, trenes, barcos, se desplieguen sin dificultad por las regiones que dominan los adherentes –una enorme porción de la humanidad-, sin los permanentes terremotos bélicos impuestos artificialmente por la OTAN.

Como ese andar no necesita disciplinamientos ideológicos, la política exterior china impulsa la resolución de los conflictos en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en base a la Carta de esa entidad. No pretende relevarla por otra, aunque la posibilidad ha sido evaluada –la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) ha cobrado un vigor inusitado- sino ratificarla, tomando en cuenta que quienes la violan son precisamente los que la redactaron allá lejos y hace tiempo, al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

* Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Autor de Fuentes Seguras

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