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Con Lula, Brasil volverá a ser gigante

Hector Bernardo *

Publicado: viernes, 23 septiembre 2022

¿Por qué, a pesar de la brutal persecución mediática y judicial, el líder del Partido de los Trabajadores se consolida como el gran favorito para ganar las elecciones presidenciales del próximo 2 de octubre?

El ex mandatario de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se consolida en todas las encuestas de cara las elecciones presidenciales del próximo 2 de octubre. En la mayoría de los estudios, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) lleva, al menos, 10 puntos de ventaja sobre el actual mandatario, el ultraderechista, Jair Bolsonaro. Algunas de las investigaciones indican que, incluso, Lula podría ganar en primera vuelta, y todas afirma que, de haber un balotaje, el triunfo del líder de izquierda estaría garantizado.

¿Por qué Lula se ha consolidado como favorito a pesar de la brutal demonización mediática y judicial, que incluso lo llevó a la cárcel (de manera arbitraria hasta que fue absuelto de todos sus cargos)?

El líder del PT se postuló como candidato a presidente y fue derrotado en tres ocasiones (1989, 1994 y 1998). Pero eso no le hizo bajar los brazos. En 2002, con el 61% de los votos, Lula ganó por primera vez la presidencia del gigante suramericano, para el periodo 2003-2007 y, luego obtuvo la reelección para el periodo 2007 – 2011.

En una entrevista que le realizó Daniel Filmus, para el canal encuentro, Lula recordó que ya como presidente fue a hablar con (George) Bush y el mandatario norteamericano solo hablaba de la guerra de Irak a lo que Lula le respondió: “Presidente, yo no tengo nada contra Irak. Mi guerra no es contra Irak. Mi guerra es contra la pobreza de mi país, contra el hambre de mi país”.

Lula afrontó con todas sus fuerzas esa “guerra” contra la pobreza y contra el hambre. Durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), se generaron 22 millones de empleos, más de 36 millones de brasileños salieron de la pobreza, el plan Bolsa Familia (similar a la Asignación Universal por Hijo, de Argentina) llegó a 52 millones de brasileños y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declarado a Brasil como un país libre de hambre. 

El crecimiento de Brasil lo transformó en la sexta economía mundial y se transformó en uno de los principales impulsores de la unidad regional. Brasil se sumó a los BRICS, tuvo un rol fundamental en la nueva reestructuración del MERCOSUR y en el surgimiento y consolidación de la UNASUR y la CELAC.

Como contraste a todo ello, un informe de la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan) señala, en la actualidad, durante el gobierno de Bolsonaro,  más de 33 millones de brasileños sufren hambre y más de 125 millones padecen inseguridad alimentaria (el 58,7 % de la población). Datos que representan un retroceso de treinta años en la lucha contra el hambre en ese país.

En 2021, Jair Bolsonaro eliminó el programa Bolsa Familia, que había sido creado por Lula en 2003. El mandatario de ultraderecha remplazó el programa por otro denominado “Auxilio Brasil”, pero de mucho menor alcance.

El desempleo en el gigante suramericano alcanzó el 11,6 %, lo que en números concretos representa a 12,4 millones de personas. A ello se suma que el 40 % de las personas que tienen trabajo se encuentran en la informalidad, es decir, 38,6 millones de brasileños y brasileñas.

A principios de esta año, un informe de UNICEF señaló que “en Brasil, más de 18 millones de niños y adolescentes (el 34,3 % del total) viven en hogares con ingresos per cápita insuficientes para adquirir una canasta básica de bienes. Pero la pobreza en la niñez y la adolescencia es aún mayor. Esto porque, para entender la pobreza, es necesario ir más allá de los ingresos y analizar si las niñas y los niños tienen garantizados sus derechos fundamentales”.

El estudio advierte que “el 61 % de las niñas y los niños brasileños viven en la pobreza, siendo pobres monetariamente y/o privados de uno o más derechos”.

Una investigación del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) muestra que, en los últimos dos años, en el gigante suramericano el número de niños y niñas de 6 y 7 años que no sabía leer o escribir subió de 1,4 millones (2019) a 2,3 millones (2021), lo que representa al 40,8 % de los niños y niñas de esa edad en Brasil. Dicho de otra forma, de cada 10 niños de esa edad, cuatro no aprendieron a leer ni a escribir.

Las políticas de Bolsonaro, quien definió la pandemia como “una gripecita”, llevaron a que 34 millones de  brasileños se contagiaran  y 685 mil fallecieran a causa de la covid-19 (datos al 18 de septiembre de 2022). Aun hoy, en Brasil, más de 100 personas mueren cada día por la pandemia.  

El pasado 11 de junio se confirmó la privatización de una de las mayores empresas estratégicas de Brasil, Electrobras, la empresa eléctrica más grande de Latinoamérica. Privatización que afectará la soberanía y la seguridad energética de ese país. Esto se da en el marco de un programa de gobierno que fue anunciado en 2020 y que pretende privatizar 115 activos estatales.

Según señaló la agencia EFE, además de Electrobras y la empresa de Correos, en la lista están: la Compañía de Abastecimiento de Minas Gerais, la Empresa de Trenes Urbanos de Porto Alegre, la Compañía Brasileña de Trenes Urbanos de Minas Gerais y Nuclebras Equipos Pesados, dieciséis puertos, seis carreteras federales, incluyendo la que conecta las ciudades de Sao Paulo y Rio de Janeiro, una de las más importantes del país, veinticuatro aeropuertos, entre ellos el de Viracopos, que es una de las mayores terminales de cargas del país, los terminales para vuelos regionales de Rio de Janeiro y Sao Paulo. Y se señalaba que el gobierno de Bolsonaro también pretendía subastar los derechos para explorar y explotar petróleo y gas en áreas marinas, incluso en el Presal, el horizonte de explotación en que Brasil descubrió gigantescas reservas.

Al momento de lanzar su candidatura, en la que va acompañado ex gobernador de Sâo Paulo, Geraldo Alckmin, como candidato a la vicepresidencia, Lula aseguró: “el grave momento que el país atraviesa nos obliga a superar eventuales diferencias. Queremos unir a los demócratas de todos los orígenes y matices para enfrentar la amenaza totalitaria, el odio, la discriminación, la exclusión que pesa sobre nuestro país”.

“Esta disputa por la democracia la vamos a ganar repartiendo sonrisa, camino, amor, paz y creando armonía”, sostuvo.

En ese discurso, Lula agregó: “Defender nuestra soberanía es defender la integración de América del Sur, de América Latina y el Caribe y fortalecer nuevamente el Mercosur, la Unasur, la Celac y los Brics”.

Luego remarcó: “No habrá soberanía mientras 116 millones de brasileños sufran inseguridad alimentaria, mientras 19 millones de mujeres, hombres y niños se vayan a dormir todas las noches con hambre y sin saber si tendrán un pedazo de pan para comer al día siguiente. No habrá soberanía mientras decenas de millones de trabajadores sigan sometidos al desempleo y a la precarización (…). Si los trabajadores no tienen dinero para comprar, los empresarios tampoco tendrán a quién venderle (…). Ningún país será soberano si su pueblo no tiene acceso a la salud, educación, empleo, seguridad y alimentación de calidad. Pero la cultura también tiene que ser cuidada como un bien de primera necesidad”.

Por, último, Lula aseguró: “compañeros y compañeras, lo que estamos haciendo hoy aquí es más que un acto político. Es una proclama a los hombres y mujeres de todas las generaciones, de todas las clases, un llamado a todas las religiones, a todas la razas y regiones del país para que podamos luchar y reconquistar la democracia y recuperar nuestra soberanía […] Vamos a hacer la mayor revolución pacífica que la historia del mundo conozca”.

* Periodista, escritor, profesor y director del Observatorio Latinoamericano de Comunicación y Procesos Políticos (FPyCS de la Universidad de La Plata)

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