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EE.UU., entre el declive y las grietas imperiales

Ruben Guzzetti *

Publicado: miércoles, 30 noviembre 2022

En medio de una sociedad atravesada por la desigualdad extrema, el racismo, el clasismo, el eclipse del “destino manifiesto”, el rebrote de los “wasp” (acrónimo inglés de White, Anglo Saxon and Protestant, blanco, anglosajón y protestante) y la violencia, se realizaron las elecciones de medio termino o mid-term el 8 de noviembre pasado. 

Se renovó totalmente la cámara de representantes de 435 miembros, un tercio del senado, es decir 35 de las 100 bancas, dos por estado, y el mandato de 36 de los 50 gobernadores. Una de las particularidades, acierto, de la constitución estadounidense es que el distrito federal de Washington no tiene asignada representación en la cámara alta, a diferencia de lo que ocurre en la Argentina con la ciudad autónoma de Buenos Aires. 

El poder entre los gobernadores quedó distribuido a favor de los republicanos con 26 estados contra 23 de los demócratas, faltando decidir Georgia. Se destacó la reelección de Ron De Santis, por amplia mayoría en Florida, el cual quedó posicionado como competidor de Trump en la interna. 

El Partido Republicano recuperó el control de la cámara baja lo que provocó, después de 20 años, la renuncia de Nancy Pelosi a la presidencia de la misma. La derrota no es una novedad ya que de las ultimas 19 elecciones de medio termino en 17 de ellas el oficialismo, en este caso los demócratas, sufrieron la misma suerte. La presidencia recaerá en el republicano Kevin Mc Carthy. El senado continuará con mayoría demócrata, en este caso probablemente con mayor holgura que en la primera mitad del mandato de Biden, ya que, por ahora, cuenta con 50 escaños contra 49 del Partido Republicano, faltando decidir el senador por el estado de Georgia que se dirimirá el 6 de diciembre. Por constitución de ese estado se ira a segunda vuelta. De todas maneras, aunque esa banca quede en manos republicanas la situación no cambiará ya que ante un empate la vicepresidenta Kamala Harris, demócrata, desempatará. 

EE.UU. tiene un sistema electoral indirecto para elegir el ejecutivo, es decir la población elige electores del colegio electoral y estos las autoridades. En la Argentina se utilizaba este método hasta 1973. Cada estado tiene su propia constitución y la máxima autoridad es el gobernador. Esto genera algunas decisiones tan curiosas como anacrónicas. Por ejemplo, en estas elecciones se consultó a la población sobre su parecer sobre algunas cuestiones sociales, por caso el aborto legal, o prohibir la libertad de adquirir armas de fuego a particulares sin autorización previa y nos encontramos con que, en el estado de Luisiana, aunque parezca increíble, se votó a favor de no prohibir la esclavitud. En la organización federal de EE.UU. se decide en cada estado los derechos ciudadanos. 

En síntesis, el sistema electoral del país más poderoso es absolutamente imperfecto, con dos agravantes a destacar, por un lado, los presidentes sueles ser elegidos por aproximadamente 

entre el 25 y el 30 % de electorado habilitado, las elecciones se realizan el primer martes después del segundo lunes del mes de noviembre, cuando toquen por calendario, no son obligatorias y para sufragar hay que solicitar permiso en los lugares de trabajo y anotarse con anterioridad. Por otro lado, como están permitido los aportes, empresariales y de particulares, a los candidatos y partidos para las campañas, desde hace por lo menos cuatro décadas los miembros del ejecutivo y el legislativo electo son los que más aportes monetarios recibieron. En buen romance el que tiene más dinero disponible para gastar en la campaña será el más votado y el que más aporta recibirá “recompensas” en leyes y decretos de parte de los futuros funcionarios. Así funciona la “democracia ejemplar” donde más que una persona un voto funciona el lema “tantos millones-tantos votos”. 

Análisis político y de relación de fuerzas 

En estas elecciones no se produjeron ni la anunciada catástrofe demócrata ni el tsunami rojo del trumpismo. Si bien el oficialismo perdió la cámara de representantes no salió tan debilitado como se pronosticaba. 

Algunas circunstancias que explican el resultado son: la política interna de Biden es menos agresiva que la internacional, el ejecutivo en el mes de octubre logró reducir la inflación de 8,3% a 7,5% respecto de septiembre (la FED elevó reiteradamente la tasa de interés tratando de contener la inflación), condonó la deuda a aproximadamente 23 millones de estudiantes con el estado (la educación universitaria es arancelada) y mejoró la política de cobertura social. Además, el expresidente Trump cometió algunos exabruptos que hizo recordar la toma del capitolio del 6 de enero de 2021 y continuó con su poco creíble reclamo de fraude electoral. 

Todo el poder mediático globalista jugó su partida y trabajo a destajo en favor de los demócratas, a su vez el poder judicial mantuvo la amenaza de avanzar en el juicio contra Trump por los hechos del 6 de enero y por tener documentación secreta. 

Es decir que a primera vista y de acuerdo a los resultados, tanto la política interior como exterior del presidente Biden no sufrirá grandes cambios. Sin embargo, algo se ha movido en un país polarizado y dividido en partes iguales. Son dos proyectos que se enfrentan duramente, amenazando con enfrentamientos cada vez más intensos. Dos maneras de intentar sostener el unipolarismo anacrónico. 

Entre el declive y la grieta 

Mientras tanto el declive de EE.UU. es un hecho incontrastable. El país que representaba el 45 % del PBI global a la salida de la Segunda Guerra Mundial, hoy está en aproximadamente el 25 %. 

De acreedor del mundo pasó a ser el mayor deudor. De tener el monopolio de la moneda de reserva y atesoramiento global hoy no puede evitar que varios países comiencen a comerciar con sus propias divisas. De imponer su voluntad, por medios financieros o militares, a la impotencia actual (derrota en Vietnam y salida deshonrosa en Afganistán). Su dominio cultural “hollywoodense” pierde credibilidad ante los pueblos, se debilitó el control que supo tener 

sobre las tecnologías de punta y fue desplazado de la primacía que tuvo en el comercio internacional. 

EE.UU. siempre ejerció su poder con la política del garrote y la zanahoria, el problema es que la hortaliza ya no seduce y el garrote comienza a perder efecto intimidatorio. Ese debilitamiento no deja de ser una nueva oportunidad, entre otros, para América Latina y el Caribe. 

Como dijimos el escenario estadounidense aparece polarizado entre dos proyectos de dominación. Por un lado, los denominados globalistas imperiales anglosajones con su estrategia de dominación global sustentado en las finanzas (grandes bancos, fondos de inversión y calificadoras de riesgo) y el poder militar (OTAN, AUKUS, CUAD, etc.). 

El otro polo agrupa a los perdedores de la política neoliberal y de deslocalización de empresas transnacionales, tanto trabajadores desocupados como pequeñas empresas vinculadas al mercado interno, sobre todo en la franja conocida como el cinturón del óxido. 

Los primeros encarnados por los demócratas (matrimonio Clinton, Obama, Biden, algunos republicanos y la mayoría del bloque del poder profundo o deep state), los segundos por el trumpismo y sus políticas nacionalistas-proteccionistas con la intención de repatriar las industrias y volver a ser el país productor e industrial que fue, apelando, en su gobierno, a permanentes subas arancelarias, lo que provocó no pocos disgustos con los aliados. 

Esa es la verdadera grieta que sufre EE.UU., por ahora insalvable y que pone al mundo en vilo. Es decir, diferentes estrategias soñando con recuperar la vitalidad y dominio de un capitalismo fracasado y crecientemente desvalorizado ante los pueblos. 

No obstante, la paridad surgida de estas elecciones, algo puede cambiar. Por un lado, las políticas de Biden tendrán algunos obstáculos, tanto internas como internacionales. 

Por lo pronto el 17 de noviembre pasado 5 congresistas republicanos celebraron una conferencia de prensa para dar a conocer su copatrocinio a un proyecto de ley que pide la auditoría de los fondos estadounidenses destinados a Ucrania, y varios se pronunciaron en contra de enviar más dinero a ese país. La resolución está encabezada por la representante Marjorie Taylor Greene (republicana de Georgia). Los copatrocinadores que aparecieron con ella en la rueda de prensa fueron los congresistas Matt Gaetz, Barry Moore, Andrew Clude y Thomas Massie. A ellos se unió el representante electo Cory Mills (republicano de Florida). 

Datos del Kiel Institute for the World Economy y recopilados por Carnegie Europe muestran en términos de ayuda económica que, Estados Unidos ha aportado más que toda la Unión Europea junta a este país en la nueva guerra hibrida y proxy. Hasta el día 3 de octubre, en total Washington había desembolsado más de U$S 52.000 millones. 

Con estas elecciones no solo no se cerró la grieta en EE.UU. sino que quedó más expuesta, y si bien ofrece oportunidades a los pueblos oprimidos por el imperio anglosajón habrá que seguir muy atentamente su evolución ya que no hay que olvidar que un conflicto de esta magnitud en uno de los dos países con mayor cantidad de ojivas nucleares es, sobre todo, un problema de la humanidad.

* IADEG-IDEAL-CEFMA

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