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¿Es posible evitar una guerra nuclear y una hecatombe climática?

Ruben Guzzetti *

Publicado: lunes, 24 abril 2023

Así como se considera que los primeros seres humanos sobre la tierra surgieron en el norte del continente africano, el quiebre del dominio unipolar anglosajón también se da en esa región a partir del año 2015.

Efectivamente, el “STOP” al arrollador dominio del poder de decisión global de EE.UU., Reino Unido y los socios menores, surgido con la caída del campo socialista y la URSS en 1991, ocurre cuando en 2015 irrumpe en la guerra en Siria la fuerza aérea de la Federación de Rusia a solicitud del gobierno del presidente Bashar al Assad, ajustándose a la carta de la ONU surgida el 26 de junio de 1945 en la Conferencia de San Francisco, en la ciudad del mismo nombre en EE.UU.

Desde ese hecho han transcurrido 8 años y la dinámica de la dialéctica de la confrontación entre el mundo que muere, pero se resiste a desaparecer, y el nuevo que no termina de conformar un paradigma definido, ha alcanzado una enorme volatilidad y riesgo existencial.

Estamos en presencia de la creación de una nueva hegemonía que no es, como algunos se esfuerzan en sostener, necesariamente un nuevo imperialismo.

En medio de esta transición civilizatoria de proporciones nunca vista antes, de un unipolarismo multilateral a un policentrismo basado en la cooperación y la colaboración entre los pueblos, surgen algunos interrogantes:

¿Cuáles son los factores que desencadenaron la actual crisis y porque la misma ha tomado esta vertiginosa aceleración?

Asistimos a una crisis de reproducción del sistema capitalista que a partir de la década del 70 del siglo XX fue abandonando paulatinamente la acumulación y concentración de capital basada en la producción de bienes materiales para priorizar la renta financiera con la ilusión fantástica de que la circulación del dinero, sin restricciones, genera riqueza.

Es verdad que con la especulación financiera los centros de poder de la angloesfera extrajeron riqueza y acumularon poder durante mas de 50 años, pero el desfasaje entre el volumen de dinero ficticio y el PBI basado en bienes tangibles, junto a la acumulación de deudas externas impagables y la vertiginosidad de la evolución de un sistema perverso de acumulación por desposesión sustentado en el poder del dólar y las armas esta encontrando un límite concreto de reproducción sustentable.

Este proceso se vio acelerado por la presencia de un conjunto de países emergentes cuyas economías están cimentadas fundamentalmente en la producción de manufacturas, los cuales comienzan progresivamente a comerciar en sus propias monedas debilitando la dictadura monopólica del dólar.

El poder financiero globalista internacional formado por los grandes bancos, las empresas transnacionales y el poderoso complejo militar industrial, ante la impotencia de competir en términos productivos, por haber abandonado ese sector de acumulación, junto a un declive en el liderazgo de tecnologías avanzadas, recurre al intento de generalizar el caos y la guerra.

Es decir, así como la guerra es el recurso priorizado por el globalismo financiero articulado por los estados nacionales de los EE.UU., Reino Unido y algunos socios menores, los gobiernos de los países emergentes, encabezados por la República Popular China plantean un desarrollo armónico de las naciones y para eso es imprescindible la paz. La disputa hoy es paz y desarrollo frente a guerra y reseteo global eliminando una parte de la población mundial.

Por lo tanto, cada día que pasemos en una paz relativa habrá sido una pequeña batalla ganada para consolidar un futuro promisorio.

¿Cuáles serían algunos pasos fundamentales para desmontar el proyecto globalista e inaugurar un nuevo equilibrio de poder?

Se torna urgente crear un nuevo sistema financiero internacional que ponga en primer plano la inversión en función de la producción y no en la especulación.

Siguiendo y coincidiendo con el análisis del ex ministro de economía del gobierno de Rafael Correa, Pedro Páez Pérez, consideramos necesarios concretar tres pasos para lograr ese objetivo y poner fin al chantaje de los organismos de crédito internacional:

1) Crear una red de bancos que canalicen los créditos a bajo costo para la producción de bienes, estimulando sobre todo los proyectos de las empresas pymes.

2) Generar un fondo de inversión de estabilidad para fortalecer las economías de los países en dificultades. Al estilo del creado por el grupo BRICS en 2014 en el encuentro de Fortaleza, Brasil.

3) Acelerar el proceso, que ya esta en marcha, de una canasta de monedas para la compensación de pagos.

Junto con un nuevo sistema financiero al servicio de los pueblos y la creación de bienes, principalmente que garantice la provisión de alimentos, es necesario un nuevo acuerdo global que contemple los derechos de seguridad planteado por cada nación, es decir terminar con un sistema basado en reglas, donde algunos gozan de derechos y otros deben someterse, e ir hacia otro dónde se respete el derecho internacional y la carta de NU.

Al lograr dar pasos concretos en esta dirección estamos debilitando el poder de los enemigos de la humanidad y alejando el peligro de una conflagración nuclear. Por otro lado, se van creando las condiciones para poner la fantástica cuarta revolución industrial al servicio de los pueblos y la protección de la naturaleza.

Los últimos acontecimientos internacionales nos indican que vamos en esa dirección. La reanudación de relaciones diplomáticas entre países históricamente enfrentados como Arabia Saudita y la República Islámica de Irán, por mediación de Rusia y China, la esperanza del fin de la guerra en Yemen, la trascendente visita de Lula a China, la gira del Serguei Lavrov en Sudamérica, el Caribe y Centro América, el afianzamiento de la relación estratégica entre Rusia y China, el fracaso de las medidas coercitivas ilegales aplicadas a más de 40 países, junto a los viajes de las altas autoridades europeas a la nueva “Meca” de la diplomacia mundial, son señales inequívocas de la aparición de un nuevo mundo.

Y nosotros, los argentinos y argentinas, desde el sur global, ¿podemos hacer algo para contribuir a acelerar la rueda de la historia y ahorrar dolores a nuestro pueblo?

Por supuesto que nuestra gran Abya Yala y la Argentina son piezas centrales en la actual disputa global por una nueva hegemonía.

Nuestro país es un eslabón de enorme importancia para el poder imperial, para afianzar su influencia en la región que ellos consideran su trinchera incondicional. Esto esta demostrado por las reiteradas visitas y descaradas presiones a que nos someten permanentemente para que nos alejemos de las oportunidades que nos ofrece la relación con China, pero por sobre todas las cosas para que no obtengamos transferencia de tecnología que nos puede llevar a un desarrollo independiente.

Pero volviendo a la pregunta, es necesario que los sectores intelectuales y con posiciones independentistas de la sociedad comencemos a discutir la elaboración de un proyecto estratégico de desarrollo de nuestro país que nos permita refundar la nación y recuperar los resortes soberanos enajenados. Tod@s l@s que pensamos parecido debemos hacer un esfuerzo para lograr coincidencias en temas centrales, como por ejemplo como reformular el acuerdo con el FMI y terminar con esta sangría que tortura a nuestro pueblo.

También coincidimos en lograr una integración regional para tener una voz que nos permita sentarnos, con mayor posibilidad de ser escuchados, en la nueva mesa global que esta naciendo. Pero una pregunta nos interpela: ¿cómo lograr una integración regional virtuosa sin recuperar soberanía? Por lo tanto, debemos insistir en articular dialécticamente ambos objetivos.

Por último, creemos firmemente que los interrogantes planteados por el título del artículo podemos contestarlo como solía decir el brillante senador frenteamplista del Uruguay, German Araujo, en la década del 80 del siglo XX, al responder ante la posibilidad de resolver múltiples necesidades que había dejado en su pueblo la plaga neoliberal: “Claro que sí”.

* IADEG-IDEAL-CEFMA

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