Estas semanas hemos asistido a múltiples acontecimientos que muestran que China ha alcanzado una dimensión geopolítica sin precedentes, a la vez que a EEUU se le va esfumando el poderío hegemónico del que hizo uso y abuso al menos desde hace ochenta años.
No hubo un punto o momento de viraje, pero si se ha hecho claramente visible que se viene plasmando un nuevo escenario que tiene un nuevo e ineludible protagonista. Y Beijing (Pekín si lo prefieren) se ha convertido en una especie de nueva Meca, donde se cocina la estrategia que abre paso a los mejores esfuerzos por terminar con la guerra de Ucrania a la par que se van edificando las líneas maestras de la arquitectura económica y financiera de una enorme porción del mundo sin el predominio absoluto del dólar.
En su reciente peregrinaje por China, Emmanuel Macrón ha proclamado al mundo que Francia hasta aquí ha llegado, que con la guerra en Ucrania ya tienen demasiado y que Europa no debe estar dispuesta a acompañar a EEUU a una aventura contra el gigante asiático. Macrón promueve una “autonomía estratégica de Europa frente a Wassington”. Taiwán es también su línea roja.
Los dirigentes norteamericanos han tomado nota rápidamente de la gravedad que prefigura la actitud del Presidente francés y el Senador Marco Rubio se despachó con una curiosa amenaza: si Francia abandona su responsabilidad de acompañar a EEUU, que Europa se haga cargo de Ucrania. La realidad es que los europeos parecieran querer hacerse cargo y ya algunos países europeos buscan que China establezca un diálogo con Zelensky. ¿Nuevamente China en el papel de mediador para la paz?
En pocos meses se reúnen los BRICS con un objetivo primordial: su ampliación desafiante y alternativa del dominio norteamericano. Allí recogerá Xi Xinping los resultados exitosos de las negociaciones de paz con Arabia Saudita e Irán, su estrechamiento de lazos efectivísimos con la India y Pakistán, la probable incorporación de Argentina y Turquía. ¿Tratará Xi Xingping de dar el paso trascendente de apostar a negociar con Francia su relación con los BRICS, quebrando el sortilegio europeo desde el centro ó con prudencia comenzará con Turquía y Portugal?
Europa se encuentra en un momento de alta sensibilidad política. Francia sacudida por el movimiento obrero y la unidad dura de sus centrales sindicales que impiden que se descarguen sobre los trabajadores el costo de su crisis económica. Igual que en Gran Bretaña que padece lo que es, para ellos, una inflación galopante. La misma situación ronda en Alemania. Alta sensibilidad decíamos, frente a la conducta de EEUU que ha quedado señalada como la autora de la voladura del Nord Stream, favorecedora de la política yanky y en contra de los intereses y la vida de los europeos.
A pesar de la presión norteamericana que llevó al rechazo en el Consejo de Seguridad de la ONU a la paz de los chinos, es impensable que estos renuncien a persistir en el esfuerzo que los coloca como los defensores de la paz y el diálogo de la humanidad frente a los campeones de la guerra.
Una transición hace un tiempo, poco tiempo pero difuso para señalar cuánto, ha comenzado. China se va asentando en el nuevo sitial y EEUU se resiste, con ferocidad de fiera herida pero se ve forzada a retroceder.
China no deja de sorprender. Incluso a quienes como yo, que vengo del maoísmo duro de los 60 y 70 del siglo XX. Pero mucha agua ha corrido bajo los puentes, de Madison, del Volga, del Rhin y también del de Avellaneda. Por eso me atrevo a decir que China no busca que la caída del imperio yanky asemeje, ni siquiera simbólicamente a la estruendosa ruptura del glaciar Perito Moreno. Va a preferir buscarle una puerta de salida, hasta elegante si se quiere, lenta absorción negociada hacia el nuevo mundo del win win. Porque lo contrario es la guerra, hoy la guerra posiblemente nuclear. China prefiere y trabaja a más largo plazo. Elige el tiempo. ¿le suena? Sus propias condiciones de desarrollo, con su capitalismo incluido señalan ese rumbo.
Lo digo porque el nuevo mudo entusiasma pero no es justo abonar falsas ilusiones. Los acontecimientos marchan en un rumbo favorable para los pueblos pero el mundo de la multipolaridad no regalará ni la justicia ni la igualdad. Tan sólo, nada menos, creará muchas mejores condiciones para la humanidad, que estará en las manos de sus pueblos. Tan sólo el pueblo salvará al pueblo.