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Mapeando el sistema imperial para indagar al imperialismo

Martin Martinelli *

Publicado: jueves, 05 octubre 2023

Reseña del nuevo libro de Claudio Katz. La crisis del sistema imperial. Edición virtual, Jacobin, 2023

Este es un libro clave en la batalla de ideas de la actual reconfiguración mundial.  El trabajo adopta una visión integral, sistémica, del siglo XXI. Es una caja de herramientas para partir desde visiones globales y poder realizar un análisis de coyuntura sin confundirse. Pero también, teniendo presente un enfoque del mundo desde la llamada “Guerra Fría”. Cómo este se ha ido modificando en las últimas cuatro décadas a partir de formas diferentes del sistema capitalista y otras variantes. Desde esa óptica Claudio Katz, reconocido e influyente autor marxista, propone verificar las singularidades del imperialismo del siglo XXI. Considera básica esa noción para comprender de manera transversal la crisis del sistema imperial. Y, además, condensa las principales ideas de este pensador en más de cuatro décadas de intensa labor tanto científica como periodística.

Desde la economía, más bien desde las ciencias sociales, complementa un exhaustivo examen teórico realizado en su textoBajo el imperio del capital (Ediciones Luxemburg, 2011), que profundizó a partir de Lenin y Kautsky como antagónicos, también a Hilferding, Luxemburg y Hobson. Un manual riguroso sobre el imperialismo (clásico, de posguerra y actual) y su aplicación a la realidad. Allí respondió que esas ideas debían actualizarse para estudiar la situación de posguerra y el contexto más reciente.

Dos premisas básicas parecen estar detrás de esta obra de lectura imprescindible, el capitalismo contemporáneo es nítido pero el sistema imperial permanece más indefinido. Aunque, precisamos que, al leerla, se logra un acercamiento preciso a esas disyuntivas. La otra es que el sistema imperial difiere del clásico, ha mutado luego de la implosión de la Unión Soviética, y nuevamente se modificó por el ascenso implacable de China y la recomposición de un poder militar ruso, junto al estancamiento o crisis de Europa y Japón. Pese a los diferentes niveles de tensión entre las potencias, eso no derivó en enfrentamientos militares directos entre las mismas desde 1945.

Este activista e intelectual comprometido sintetiza la temática al postular el concepto de sistema imperial. Ordena las lógicas territoriales geopolíticas y las económicas, o mismo el denominado ajuste espacial en otros escritos anteriores, para aquí darle un formato de estructura e interacción, entre las diferentes secciones de su escrito. Sintetiza el principal dispositivo de dominación global. Al mismo tiempo, actualiza sus obras, una anterior sobre la temática y otra como La teoría de la dependencia 50 años después (Batalla de ideas, 2018), donde investiga el uso del concepto de imperialismo como nodal en las interpretaciones del capitalismo actual. Aquí están vertidos una buena fracción de sus postulados como ideas compartidas o discutidas.

Las seis partes del libro, están subdivididas en 22 capítulos, que el autor escribió entre 2020 y 2023, como una temática de investigación con un hilo conductor, y que lleva años pensando. La primera parte ya desglosa su ordenamiento del sistema imperial en su visión de crisis y conflicto constante. Empieza mostrando el orden y las principales teorías usadas para evaluar cada región analizada. Vale aclarar que la situación de Nuestra América está presente en sus estudios de estos años, pero aparecerán en el inminente libro más específico Las encrucijadas de América Latina. Derecha, progresismo e izquierda en el siglo XXI (Batalla de ideas, 2023), y añadido a este.

Exhibe el sistema imperial desde el cual Estados Unidos marcó las prerrogativas desde 1945. Con el cual dicha superpotencia busca recobrar control, acaparar riquezas, aplastar rebeliones y bloquear a sus competidores. En el texto, lo examina desde una percepción tripartita en las dimensiones económica, política y geopolítica, las demás se encuentran subsumidas a estas. Esta organización imperial se grafica en las potencias europeas como alterimperialismo, sobre todo Inglaterra y Francia, grandes imperios del pasado con reminiscencias actuales (mayores en poder militar que Japón y Alemania, potencias económicas). Otras coimperiales como Canadá, Australia e Israel, resultan apéndices colaboradores en las diferentes regiones. Y en distinto grado de asociación o mismo en oposición, aparecen las consideradas potencias subimperiales como Turquía, Arabia Saudí e Irán.

Frente a este sistema se ordenan los competidores sistémicos: Rusia una potencia e imperio no hegemónico en gestación y China como gran potencia, con una restauración inconclusa del capitalismo y con la ausencia de políticas imperialistas. Por lo tanto, no hay transnacionalismo ni un imperio global sino una estructura piramidal conducida por Estados Unidos, y una oposición de las potencias alternativas China y Rusia disputando el poder en las regiones estratégicas.

En la parte dos presenta el esquema del sistema imperial: Estados Unidos, al que seguirán luego China; en otro escalafón Rusia y Medio Oriente, y, por último, los debates sobre imperialismo y antiimperialismo. Además de aclarar de qué posturas se aleja, el resultado al que llega promete nuevas extensiones. Este casi cuarto transcurrido del nuevo siglo, se caracteriza por la recuperación imperial fallida de Estados Unidos. Fracasó en los objetivos de sus incursiones en Eurasia, desde Iraq y Afganistán, o en Siria y Libia. El histórico intervencionismo y la centralidad bélica norteamericana se cimentan sobre su economía armamentista y la dirección de la OTAN, para con ello mantener el poderío de sus finanzas y el dólar, controlar los recursos naturales, someter a los pueblos y subordinar a sus rivales.

Dos factores propician estos resultados por las fracturas internas del país y la erosión causada por su crisis de largo plazo. Como a lo largo del texto, presenta los diversos escenarios en tensión, más que intentar pronosticar futuros desenlaces. También discute con las teorías del ocaso hegemónico, diferencia imperio de imperialismo, y articula las lógicas del imperio del capital a partir del capitalismo industrial. De esa manera, y en general, pondera acercamientos o disidencias con autores como Arrighi, Amin, Mandel o Wallerstein, a los que suma a Harvey, Perry Anderson, o Nazanín Armanian.

La sección tercera es uno de los núcleos del texto al abocarse a la gran novedad de la época, la fulgurante aparición de China, su paso de la periferia al centro. Estudia la relación entre Estados Unidos y China, y distingue sus posicionamientos en una situación de aumento de la hostilidad. Allí evidencia la geopolítica agresiva de la potencia norteamericana en las adyacencias del gigante asiático. Sin proponer una lectura solo indulgente de este, evalúa su accionar sobre terceros países dado su expansivo rol actual. Por eso lo categoriza como diferente del imperialismo, pero no antiimperialista. Así como tampoco perteneciente al Sur Global, está por verse cómo se desenvuelve su geopolítica cauta y la propagación económica. En China -como en el resto del mundo- se observa que las luchas populares tendrán un marcado protagonismo en la modificación del escenario internacional.

El interrogante subyacente es si China se convirtió en una potencia imperialista o no. Indica que su caracterización económica no es suficiente para alinearlo en ese grupo. Organiza el entramado a partir de la idea de la salida al exterior por parte de China, dada la sobreproducción y la sobreinversión. Lo caracteriza como un “New Deal a escala global” por la inversión en infraestructura, en donde vuelca parte de sus excedentes. Sin embargo, argumenta que no está afectada por la financiarización o el neoliberalismo. Allí, la protesta social dirimirá en buena medida el rumbo adoptado por el país con la clase obrera más grande del mundo. Además, se cuestiona si este nuevo status propicia la superación del subdesarrollo de sus socios o es el único beneficiado.

Además del acalorado debate de la posición internacional, incurre en aquel acerca de si su modo de producción es capitalismo o socialismo. Deduce la importancia del pilar socialista previo, así como el desarrollo desigual y combinado impregnaron el rumbo chino. Por eso observa la indefinición del carácter capitalista o socialista de su sistema, algo planteado ya en su libro El porvenir del socialismo (Herramienta, 2004), y reafirma que el viraje hacia el capitalismo permanece inconcluso. Se mantiene un status singular con proyectos en disputa pujando para redireccionarlo. Finalmente, la caracterización de China resume las miradas y objetivos del país que transformará el tablero geopolítico.

La sección cuarta trata sobre la nueva irrupción de Rusia en el panorama global y por qué es una potencia regional de escala planetaria. Se reacomodó tras la caída soviética y un paso intempestivo hacia el capitalismo. Dicha restauración se condiciona a partir de sus contradicciones internas, su carácter semiperiférico en el orden económico, su alianza con China, y por recibir el acoso imperial mediante la OTAN. Katz lo postula como un Imperio no hegemónico en gestación. También resalta la intervención en 8 de 15 países de la esfera postsoviética. Este gigante euroasiático busca contrarrestar la hegemonía estadounidense con el triángulo estratégico con China e India, a los que añade Brasil y Sudáfrica (el actual BRICS+) y la Organización de Cooperación de Shanghái.

Al interpretar los criterios seguidos por Lenin, muestra porque la gravitación de la economía rusa en el mundo no adquiere los patrones imperialistas. En su pesquisa de esos criterios y los de otros continuadores de aquel, verifica que en Rusia no hubo un imperialismo soviético por ser socialista, no es un subimperialismo, y es central diferenciarlo del imperialismo dominante. A su vez, crítica las miradas benévolas que solo advierten las definiciones geopolíticas, pero no perciben los inconvenientes políticos y sociales internos. Para Katz, Moscú es una potencia militar y su incidencia va en ese sentido, por ello demuestra porque es necesario intensificar la lectura desde abajo y criticar políticas internas alejadas del progresismo.

En la parte quinta recupera la noción de subimperialismo de Ruy Mauro Marini, para analizar una región que suele anticipar o mostrar los cambios sistémicos en curso, Medio Oriente. Por tres factores como su ubicación geoestratégica en la intersección y el paso de rutas, sus reservas hidrocarburíferas, y por ser visto por algunos como las palancas desde donde puede dominarse el mundo. Evalúa la intervención liderada por Estados Unidos en las últimas tres décadas (y sobre todo desde 2001), como un fracaso del intento de balcanización y de los objetivos de que no surja un nuevo competidor sistémico como Rusia o China.

Verifica como las bases del “Proyecto del Nuevo Siglo Americano” se fueron dilapidando a través del belicismo practicado allí. Conceptúa la intervención directa o bajo las sanciones económicas unilaterales, y las mentiras para una supuesta “guerra contra el terrorismo”, o el rol del petróleo y las armas en el dominio de esa región. En el capítulo 15 “Tres perfiles diferentes al imperialismo dominante”, organiza la arquitectura mundial a partir de la subordinación europea, y las posiciones frente a un imprevisible imperio en formación rusa, y el gran despliegue económico chino cuyo status es no imperial. Verifica las situaciones de subpotencias en crecimiento como Pakistán, o el caso regional del “Kurdistán”. En los siguientes capítulos abarca las implicancias de las potencias regionales subimperiales Turquía, Arabia Saudí e Irán, entonces diferencia las circunstancias de cada una en referencia a la región, su relación con las potencias y cómo eso impactaría a escala planetaria. Por último, el caso de coimperialismo particular de Israel, el principal aliado geoestratégico en esa región neurálgica.

La sexta y última sección esclarece la forma en que las derrotas del imperialismo en esta amplia zona no han derivado en triunfos progresistas. Se pregunta por el papel del antiimperialismo y la izquierda respecto de los posicionamientos frente a los sucesos más recientes, de autodeterminación, o de resistencia frente a las persistentes maniobras en la región que se han intensificado en esta centuria.

Los siguientes capítulos enfocan la crisis de Europa manifestada en Ucrania como una de las zonas de descargas de tensiones y fraccionamiento del mundo. Los intentos por someter a Europa y la responsabilidad del imperialismo estadounidense es notoria, sin embargo, la presión desde Kiev colisionó con una reacción moscovita. Se debe examinar si fue o no desmedida. De la misma manera calcula el papel de la competencia, la ganancia y la explotación (o sea el capitalismo) como en todo el pensamiento de Katz, así como las posiciones divergentes frente a este conflicto en curso.

Mientras que el capítulo final recupera las conceptualizaciones cotejadas en el escrito. Esta esperada publicación ordena y sintetiza el recorrido y la singularidad del imperialismo en esta nueva fase del capitalismo, a través del método dialéctico. Esboza una visión de cómo las diferentes confrontaciones han ido cambiando en las últimas décadas, desde el momento de la aparición de un mundo unipolar.

Katz comprueba a lo largo del escrito que el epicentro del sistema imperial se resguarda en lo que podríamos llamar un control del ejercicio de la violencia a gran escala. La supremacía económica es un factor lógico, y también se sustenta en la repetición de narrativas que avalan el status quo, pero corrobora la tesis de que lo fundamental es el uso de la coerción para preservar el capitalismo.

Las diferentes zonas de tensión como el Sahel, Ucrania, Taiwán, o Irán, donde se dirimen las tensiones entre Rusia, China y Estados Unidos exponen nuevas articulaciones abordadas en esta visión de conjunto. No obstante, el poder geopolítico-militar de Estados Unidos está puesto en cuestión. Así como todo el andamiaje por este organizado desde mediados del siglo XX a través de organizaciones como el FMI, Banco Mundial, la OTAN, o incluso más recientes como AUKUS o QUAD. Esto se ve socavado por el ascenso chino (primero asociado al capitalismo estadounidense). El cual ofrece otra perspectiva desde organizaciones bajo su égida como la OCS, el BRICS+, o la Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI, por sus siglas en inglés). Pese a ello, Katz propone una mirada crítica superadora de, por un lado, una visión solo desde arriba de equilibrios o disputas entre potencias, y por otro, el rol activo de los movimientos y las rebeliones sociales.

Sobresale la capacidad analítica para obtener una visión panorámica de las condiciones contemporáneas, a la vez que evidencia una profundidad histórica y geográfica. De hecho, la elección de no incluir la parte dedicada a Nuestra América aquí, la invita a leer posteriormente, para así completar una perspectiva de conjunto del entorno político y de los dilemas teóricos actuales.

De inicio a fin tenemos una lectura consistente, que también invita a no especialistas interesados en comprender el mundo actual, ya que desmitifica una gran cantidad de presupuestos. Detrás de cada postulado yace una reflexión constante e inclusive colectiva. Además de dilucidar ideas contrapuestas a sus fundamentaciones. Posee la virtud de dejar abiertos a discusión los temas sin conclusiones determinantes. El cierre del trabajo refuta otras vertientes en discusión y demuestra la labor aguda, ahora lo que queda por delante es invitar a seguir la lectura y el debate.

Como todo gran libro abre nuevos interrogantes, aquí acerca de la crisis del sistema imperial y su desenvolvimiento. Este pensador y economista de profuso enfoque geográfico justifica la elaboración del texto y su uso al decir “La caracterización del sistema imperial es indispensable para comprender y transformar la realidad contemporánea (Katz, 2023).”

* Doctor en Ciencias Sociales y Humanas y profesor de Historia en la Universidad Nacional de Luján

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