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Mozambique: Gas, rubíes y Kalashnikov.

Guadi Calvo *

Publicado: viernes, 23 septiembre 2022
Mozambique

Mozambique, al igual que todo el continente africano, parece signado por sus extremas riquezas a sufrir expolición, hambre y terror.

Desde que se conoció el descubrimiento de uno de los yacimientos gasíferos más grandes de continente, en la cuenca de Rovuma, frente a las costas de la norteña provincia de Cabo Delgado, sumado al hallazgo de una de las minas de rubíes más grandes del mundo, también en esa misma provincia, tanto los pequeños propietarios de las tierras cercanas a la costa, como los improvisados mineros de todo el este de África, que llegaron tras el sueño de la fortuna inmediata, prontamente fueron desplazados por los grandes trust que se hicieron cargo de las explotaciones, con la obvia anuencia del gobierno central. Lo que provocó importantes protestas en 2019. Las que fueron utilizadas por las pequeñas mafias locales que traficaban desde hacía años con maderas preciosas y personas, rubíes y drogas, particularmente el opio, que desde los valles de Afganistán, tras el largo trayecto, que incluye Irán y el paso por distintas monarquías del golfo pérsico, llegaba a la costa mozambiqueña buscando el mercado sudafricano y las rutas hacia el norte en procura de Europa vía el Mediterráneo.

Tanto el malestar de la población local como de estas pequeñas bandas con acceso a armas y en el marco de la embestida de las khatibas (brigadas) vinculadas al Daesh y al-Qaeda, que desbordan desde el Sahel, hacia el oeste y el sur, en 2017 se conformó una muy incipiente organización vinculada al Daesh, conocida como Ahlu-Sunnah wal Jama’a (ASWJ).

Desde finales de 2017, el ASWJ, comenzó a operar tímidamente en Cabo Delgado, dando golpes de efectos, más conseguir cierta notoriedad, que le traiga jóvenes reclutas, con pagas a los que nunca hubieran podido acceder.

Si bien el número de muyahidines con el que actualmente cuenta el ASWJ, no excede de los dos mil, desde que se registra su actividad a finales 2017, hasta mediados del 2022, produjo más de cuatro mil muertes y ochocientos mil desplazados. Dando su mayor golpe en marzo de 2021, cuando tomó la ciudad de Palma, cercana a Tanzania, con una población de 26 mil personas, a la que mantuvo bajo su control casi una semana. Y en la que consiguió incautar importantes cantidades de armamento, víveres, medicamentos y más de un millón de dólares del banco local y de varios comercios a los que saquearon. La acción de Palma obligó a varias multinacionales energéticas a abandonar sus proyectos de explotación, con inversiones de 60 mil millones de dólares como fue el caso de la francesa TotalEnergies, para su planta de gas natural licuado, para la que ya había invertido cerca de 20 mil millones de dólares.

Según algunos estudios, la radicalización de la región se debe a ya una histórica demanda de los pobladores de Cabo Delgado, norteños y primordialmente musulmanes, sobre las diferencias en planes sociales e inversiones, que el gobierno central de Maputo, en el extremo sur de Mozambique, hace a favor de los cristianos del sur.

Si bien históricamente las comunidades musulmanas del norte de Mozambique han sido del orden sufí, una versión del islam sunita, contemplativa y mística, muy alejada de la versión wahabita, de donde abrevan los grupos fundamentalistas. Que en el caso de este país comenzaron a radicalizarse tras la aparición del imán keniano Aboud Rogo Mohammed, que llevó a Mozambique su radical extremista, vinculado a wahabismo proveniente y financiado desde Arabia Saudita.

Tras la toma de Palma y la brutal represión del ejército, pareció que el ASWJ, había entrado en un importante declive, pero en las últimas semanas su presencia se ha vuelto a sentir, repitiendo ataque contra civiles, asaltado buses en medio de las rutas y asesinado a todo el pasaje, una práctica común de este grupo, que el pasado viernes (día sagrado del islam) nueve de septiembre en la provincia de Nampula, que se ha convertido en la tercera provincia del norte de Mozambique, donde los ataques terroristas han desplazado a los aldeanos, después de Cabo Delgado y Niassa.

También en el norte del país, seis personas fueron decapitadas, mientras otras tres fueron secuestradas y decenas de viviendas incendiadas. La información fue confirmada públicamente por el presidente Filipe Jacinto Nyusi. 

El ataque del viernes fue el tercero que se produjo a lo largo de la semana anterior en Nampula, donde los rebeldes atacaron también otras dos aldeas, lo que ha hecho que una ola de desplazados abandonen las áreas. Sin que todavía se conozcan las cifras exactas.

El presidente informó, que además del ejército mozambiqueño, unos tres mil efectivos de Ruanda y del bloque regional SADC, (Comunidad de Desarrollo de África Austral), están colaborando en la represión. Habiendo destruido la base terrorista en Katupha, provincia de Cabo Delgado.

También se conoció que en la provincia de Nacala, vecina a Cabo Delgado, la monja italiana María De Coppi, de ochenta años de edad, quien misionaba en el país desde los años sesenta, fue asesinada por terroristas, durante el ataque a la misión de Chipene perteneciente la comunidad de las Hermanas Misioneras Combonianas el martes seis, por la noche. Donde los muyahidines además incendiaron la iglesia, el hospital y varios vehículos de la misión. Mientras otras dos monjas, junto a un grupo de niñas consiguieron escapar y refugiarse en la espesura del bosque, mientras el país se debate entre el gas, los rubíes y las Kalashnikov.

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* Escritor, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Nuestro periodista especializado en tierras raras...

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