En los últimos tiempos fue notorio que diversos analistas políticos afirmaron que el mundo actual está sufriendo un viraje hacia la derecha. Estas afirmaciones se han sostenido en algunos fenómenos políticos verificables en ciertos países europeos y también en algunas situaciones en Latinoamérica. Pero aún antes de repasar los hechos en estos países, es importante señalar que ni es posible generalizar esta situación en Europa y muchísimo menos en Latinoamérica. Pero principalmente destacar que ni Europa ni Latinoamérica juntas constituyen el “Mundo”. Podríamos decir que el mundo en realidad es mucho más grande que Europa y América latina reunidas y ajeno (sobre todo a nuestros conocimientos promedio) y que en muchos de estos analistas campea una visión europeísta que pudo ser comprensible cuando la distancia entre la evolución capitalista de Occidente y la marcha del “progreso” en el resto del “mundo” (Asia y África sobre todo) era muy abismal.

No hay una ofensiva de la derecha en el mundo. Pero si hay una fuerte deriva hacia la derecha en Occidente, que es una parte bastante pequeña del mundo actual. Se corresponde con la decadencia de Occidente, incluidos aspectos nodales de su cultura, cuál es su cultura democrática. Incluso luego de desatada la pandemia del Covid 19 y ante la evidencia de una crisis múltiple (al menos sanitaria, económica y climática) hubo quienes afirmaron que estábamos ante una crisis civilizatoria. Luego de la Segunda Guerra Mundial EEUU construyó su hegemonía económica y política montado sobre varios pilares, el principal su liderazgo en la construcción capitalista del mundo de posguerra, polarizado frente a la perspectiva socialista liderada por la URSS. La tradición cultural occidental estaba en su base y de ella se desprendía la perspectiva del progreso como una continuidad asentada en el triunfo sobre el totalitarismo nazifascista y el sistema democrático liberal e incluso el modelo socialdemócrata que dió sustento al llamado Estado de Bienestar en una parte de Europa. Así hilvanó el capitalismo su fase ascendente. Cultura occidental, sistema democrático y hasta cierto punto Estado de Bienestar. Una alianza europea con Estados Unidos anudada con Gran Bretaña, el imperio que cedía el primer lugar pero convertido en socio privilegiado del nuevo dominio anglosajón.

Pero llegó la decadencia y no fué la disputa hegemónica con el «socialismo» de la URSS sino con un engañoso híbrido que los chinos le vendieron a Nixon. EEUU se encontró envuelto en una compleja trama tejida por el reemergente gigante asiático y reaccionó con violencia ininterrumpida a pesar de su derrota en Vietnam y en ese camino fue destruyendo pilares del sistema democrático que tan útil había resultado en la fase de ascenso capitalista del largo siglo XX, al decir de Hobsbawm.

La «cultura democrática» demostró ser una impostura oportunista, apta para difundir las teorías de la igualdad de oportunidades y la libertad de mercado y al caer su máscara la derecha fue mostrando sus nuevos rostros, aquellos que creía necesarios para mantener EEUU sus esferas de influencia. Un nuevo hilván histórico se fue construyendo: fracaso del modelo neoliberal construido por el llamado Consenso de Washington, decadencia del dominio hegemónico norteamericano, debilitamiento de los modelos o sistemas democráticos de gobierno propios de la Cultura Occidental y derechización política en sus áreas de influencia. No se puede decir que haya un avance de la derecha sino que cada día es más evidente su retroceso al ritmo de la descomposición del modelo neoliberal del capitalismo.

Pero en simultáneo una nueva trama, emergente desde Asia y las periferias, se va construyendo. Es el camino de la multipolaridad que expresa lo más avanzado y progresivo del mundo actual. No comprender esto impide tener una visión correcta de las perspectivas objetivas de la situación política, incluso de las razones que hacen tan enconada la disputa por Argentina por parte del Imperio en decadencia. Creo que Argentina tiene su lugar en el mundo emergente y multipolar y no es a la larga.
Sigue habiendo una derecha y una izquierda en el mundo contemporáneo. Sólo que es necesario comprender que no es el viejo esquema el que traza las líneas divisorias entre uno y otro campo. La derecha mundial actual es la que defiende la guerra de la Otan contra Rusia. La que atropella los derechos soberanos de las naciones y sus pueblos sobre sus territorios y sus recursos naturales. La que aprovecha las instituciones financieras como el FMI y el Banco Mundial para chantajear políticamente a las naciones e impedir su autonomía e independencia. La izquierda mundial es la que trata de sacarse de encima los condicionamientos imperiales, aboga por la solución pacífica de las controversias y conflictos entre países, la que defiende sus recursos naturales y el cuidado del Medio ambiente y sobre todo defiende el bienestar de sus pueblos y elige sus propios rumbos para el progreso.