El 22 de agosto comenzará en Johannesburgo, Sudáfrica, la XV conferencia de los BRICS que se oextenderá hasta el día 24. La reunión se plantea como la más trascendente de los últimos tiempos ya que se prevé que un número importante de países se sumen a este acuerdo que fuera fundado el 16 de junio de 2009 por Brasil, Rusia India y China, al que un año más tarde se incorporó  Sudáfrica (BRICS).

Ciertamente, de la mano del extraordinario crecimiento de China, los Brics vienen cobrando día a día mayor importancia en la economía mundial y se plantean como un camino de financiamiento alternativo para muchas naciones que hasta hoy necesitan de inversiones y/o préstamos, a veces sumamente dañinos, para su desarrollo y crecimiento. Hasta hoy, los países emergentes deben acudir al FMI; al Banco Mundial o a otros organismos de crédito internacional y pagar intereses usurarios y encima, muchas veces terminar pagando sumas siderales a los conocidos “fondos buitres”. De ahí que una veintena de países hayan solicitado sumarse a este acuerdo desde la celebración de la anterior Conferencia, que fuera presidida de forma virtual por el presidente chino, Xi Jinping, desde Beijing, hace poco más de dos años.

Hoy, ya son 20 las naciones que pidieron formalmente ser parte de este acuerdo. Entre otras, está Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Kazajistán, Argelia, Indonesia, Venezuela, Bolivia, Irán y la propia Argentina. En esta lista de países destaca la producción de energía en la mayoría de ellos. Ya sea vieja energía como el petróleo o la más moderna como el Litio. Lo cierto es que estos países junto a los que ya forman parte del Acuerdo podrían convertirse en la primera fuente de producción mundial de energía y dependerían del intercambio entre ellos para su desarrollo.

Además, hay otra veintena de países que ya comenzaron a tener un acercamiento, un diálogo, y que también van a participar de la próxima Cumbre. Y existe un tercer grupo de cerca de treinta países que serán invitados como observadores, pero también con miras a que tengan un acercamiento que le permita al grupo continuar creciendo y proyectándose a nivel mundial como un polo de referencia en materia económica. La suma de todo nos da un número cercano a los 70 países que con mayor o menor grado de acercamiento fueron convidados a participar de este envite.

Aunque no todos sean de la partida, el número no es menor y habla no sólo de la dimensión que ya tienen los Brics, sino fundamentalmente de la proyección que podemos hacer a futuro de estas nuevas relaciones que se están teniendo desde este acuerdo que originariamente practicaron Rusia, China, India y Brasil.

Con total seguridad, podemos afirmar que la resultante del próximo encuentro será crucial para definir el mundo que viene y que con toda probabilidad traerá cambios muy significativos en el panorama internacional. Hoy, la guerra que están llevando adelante en Europa los países enrolados en la OTAN contra Rusia, junto a la decadencia que atraviesa Norteamérica en su lucha por mantener la hegemonía mundial (que ya perdió), crearon una situación de inseguridad social, jurídica, económica que tiene a la humanidad en jaque constante. De este clima de incertidumbre tampoco podemos dejar afuera el cambio climático: el mismo viene provocado también por el afán desmedido de los grandes capitales de obtener ganancias a costa de cualquier cosa. Aunque eso signifique sacrificar regiones, países y hasta continentes y dejarlos sin vegetación, sin agua, sin flora, sin fauna, sin vida.

A este punto nos trajo el neoliberalismo, máxima expresión del capitalismo salvaje que estamos atravesando, sobre todo en el mundo “occidental y cristiano”, o sea, el que nos tocó.

Abogo para que este conjunto de naciones pueda mostrarle a la sociedad un nuevo norte, un punto de llegada donde las relaciones humanas sean mejores y se basen en el respeto mutuo, la calidad de vida, el cuidado del medio ambiente, el respeto de las minorías, los nadies, el respeto por la existencia misma de todas las cosas.

Pero no es fácil, no va a ser fácil. El 17 de marzo pasado la Corte Penal Internacional (CPI) dispuso una orden de captura contra el presidente ruso, Vladimir Putin y contra la comisionada rusa de los Derechos del Niño, María Lvova-Belova a quienes señaló como presuntos responsables de crímenes de guerra por deportación de niños de las áreas de Ucrania donde Rusia desarrolla su operación militar. Y, al estar Sudáfrica adherida a ese organismo, el presidente sudafricano, Cyrill Rampahosa, se vería en una situación complicada ya que en caso de no ejecutar la detención se enfrentaría con el organismo y que los países aliados de USA que obviamente, presionarían en favor de esa medida. No obstante, ya advirtió que detener a Putin, en el supuesto caso que decidiera viajar a la Cumbre, sería como “declararle la guerra a ese país”, algo que las fuentes sudafricanas también descartan. Rusia, además, desconoce esta Corte Penal Internacional.

Ante esta jugada peligrosa de la CPI, OTAN, USA, Putin decidió no viajar a Johannesburgo y seguir la cumbre vía teleconferencia. Es obvio, que busca no sumar más tensiones al ya complicado panorama que tiene en Europa. El canciller Serguei Lavrov será quien ocupe su lugar. Si la decisión del presidente ruso es acertada o no dependerá de la resolución que finalmente tome la Cumbre. ¿Se avanzará hacia una integración de muchos más países?, ¿Se sumarán solo una, dos o tres naciones? ¿O la apertura mucho mayor y nos encontraremos con una veintena de países que forman parte de los Brics?

Es evidente que la jugada contra Putin busca poner límites a los movimientos del presidente ruso y, de paso, también a los Brics. Es una forma de enfrentarse en lo político al gran rival que tiene los Estados Unidos y que lo desbancó de su situación de supremacía económica mundial: China. Pero claro, no la ataca abiertamente sino que lo hace buscando mellarla a través de sus socios y aliados. En este caso: Rusia. El secreto para saber si el avance americano da resultado o no tiene que ver con la conclusión a la que se arribe el 24 de agosto. Se definirán por la ampliación del Acuerdo, quedará nuevamente solo en los cinco miembros actuales, o encontrarán un punto intermedio. Creo que esto último sería bien visto por Estados Unidos.

Hasta el momento primaron las indefiniciones que si bien van disipándose aún quedan cosas por definir- Son Rusia y China las que apuestan con mayor fervor por la ampliación del Acuerdo que abriría al mundo un nuevo panorama de cambio. Por su parte, India y Brasil también están de acuerdo con la ampliación pero prefieren ir a un ritmo más pausado. Lula apuesta más por el crecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo que, en su opinión, deberá abordar el tema de la creación de una moneda común. Este deseo también es compartido por sus socios, aunque aquí también los tiempos que se proponen son distintos, ya que sería muy trabajoso poder compaginar los intereses de economías que tuvieron desarrollos tan dispares. La ampliación del Acuerdo complicaría aún más las cosas en ese sentido, porque que, de momento, las naciones continuarán negociando en sus monedas y dejando el dólar de lado. 

Por último, señalar que en las últimas horas tanto Brasil como la India rebajaron sus dudas acerca de hasta dónde ampliar. Todavía quedan dos semanas para que esta trascendental Cumbre vea luz. Cabe esperar la altura de todos. ¡El futuro de muchos depende de ella!