Hace 47 años se iniciaba la dictadura más brutal que conoció nuestro pueblo. Fue una de la serie que abarcó toda América del Sur, parte del Caribe y Centroamèrica, desde los inicios de la década del 70 a finales de la del 80 del siglo XX.

Eran tiempos de plena guerra frìa, Washington necesitaba someter a los pueblos y liquidar todo intento de cambios radicales en la regiòn. Desde la capital del norte se ordenó: es hora de dictaduras militares para combatir el comunismo, el marxismo leninismo y todo movimiento antimperialista.

Desde la CIA se coordinaron las dictaduras bajo lo que se conoció como Plan Cóndor con centro operativo en el Paraguay del monstruo de Alfredo Stroessner.

Una vez más quedaba demostrado la influencia directa de las necesidades y tendencias geopolíticas en los procesos locales.

De esta manera, el 24 de marzo de 1976, se inaugura la dictadura cívico, militar, eclesiástica y empresarial que asoló el país durante 7 años. Un plan de exterminio, terror y disciplinamiento del pueblo argentino.

Surgió a la vista del mundo la expresión más brutal de las clases dominantes, nativas y extranjeras, para conservar sus privilegios y acallar a los disidentes. Ni siquiera el nazismo llegó a los extremos que alcanzó la dictadura de Videla y Martìnes de Hoz, torturar mujeres embarazadas y arrojar personas vivas al mar desde los aviones figurò entre los métodos utilizados por los “grupos de tareas”.

Las cùpulas militares de esa època fueron persuadidas que eran la “reserva moral de la naciòn” y con total impunidad robaron, violaron y mataron a nombre del establishment del poder concentrado bajo la cobertura de defender el mundo “occidental y cristiano”.

La dictadura mató 30.000 compañeros, endeudó al país en U$S 43.ooo millones, nos incorporó en la fenomenal transferencia de recursos del neoliberalismo, con millones de nuevos pobres y desocupados, y sumió en el terror a los sobrevivientes, efectos cuyas consecuencias seguimos padeciendo.

La ignorancia supina de los jefes militares, desconociendo las prioridades imperiales, los llevó a la aventura de Malvinas. La vergonzosa derrota fue decisiva en la recuperación de la democracia.

La dictadura de 1976 cambió la política argentina. Los años de plomo y el menemato sumieron en la extrema necesidad a una parte de nuestro pueblo, destruyeron el mayor sistema ferroviario de Amèrica Latina, acabaron con miles de industrias nacionales, entregaron por monedas nuestras empresas de servicios, regalaron el patrimonio nacional a un puñado de familias nativas y empresarios extranjeros, nos hicieron mucho más dependientes y ataron el futuro del paìs a un imperio en declive.

Todos estos antecedentes contribuyeron para tener hoy el actual escenario político, al cual le sobran empresarios corruptos, políticos cómplices y timoratos, sindicalistas empresarios, todo en un marco general de decadencia, confusión y desesperanza, donde ninguna propuesta logra seducir y enamorar.

El bloque dominante logró imponer el desprestigio de la política, el desinterés por la cosa pública, el vale todo y el sálvese quien pueda. No obstante, nada está perdido, hay mucho por hacer y el pueblo demostró más de una vez resurgir de sus derrotas. Asì lo expresaba el revolucionario ejemplar Envar El Kadri, Cacho: “, refiriéndose a la lucha de los años 70:

“Perdimos, no pudimos hacer la revolución pero tuvimos, tenemos, tendremos razón en intentarlo y ganaremos cada vez que algún joven sepa que no todo se compra ni se vende y sienta ganas de cambiar el mundo”.

Más temprano que tarde el pueblo argentino se pondrá de pie, los 30.000 seràn hèroes nacionales, los sirvientes de intereses mezquinos solo asesinos a sueldo que la historia no recordarà, y volveremos a llamar a cada cosa por su nombre. el imperialismo recuperarà la categorìa de enemigo a combatir, la oligarquìa y la clases dominantes los grilletes que oprimen al pueblo, se volverà a hablar de pueblo y no de gente, la inflaciòn serà la forma más brutal de ajustar y saquear al pueblo, la solidaridad y el interés colectivo se naturalizarà y la revoluciòn social volverà a instalarse como la ùnica soluciòn a nuestros males.

A pesar de los crímenes y el terror impuesto por los dueños del poder, no triunfaron, solo ganaron un tiempo. Los profundos cambios geopolíticos que vivimos nos demuestran que sus días están contados.

La humanidad asiste a un nuevo amanecer, el sol sale en el oriente, y el pueblo argentino estará presente en la gesta.